sábado, 5 de febrero de 2011

Epístola I

Puebla, Pue.
12 de abril 2010.
Julia:

Hola amor, ¿Cómo estás? espero que bien, ¿Cómo te va en la capital? Me da gusto que estés cumpliendo tu sueño, ya quisiera yo tener una oportunidad así.

Sé que es muy pronto para escribirte, si apenas partiste ayer. El hecho es que te extraño y no podía dejar de pensar en ti. Además de que quería contarte algunas cosas. ¿Recuerdas al señor Gutiérrez, el que vive en la casa azul de dos pisos aquí en la cuadra? Pues resulta que el día de ayer, un par de horas después de que te fuiste, mientras yo sacaba la basura, lo vi ahorcando a un gato pardo. No supe si fue el de la señora de la tienda o el de doña Rosita.

Pretendí olvidar el asunto y entré a ver televisión, pero aún no terminaba de encender el aparato cuando escuché al señor Gutiérrez gritar tan desgarradoramente que no pude evitar un sobresalto, mi presión subió en un instante y me vi corriendo hacia su casa sin siquiera pensar. Iba a tocar la puerta cuando vi que estaba abierta, comenzaba a anochecer, por lo que tuve que encender la luz al entrar, y se me heló la sangre al descubrir el cadaver inerte del señor Gutiérrez.

Corrí de regreso a la casa, cerré con llave y llamé a la policía. Cuando me preguntaron la causa de la muerte no supe qué responder, no vi sangre, ni otra persona en la habitación, ni parecía que hubiera estado enfermo. Estuve vigilando la calle desde la ventana del cuarto de arriba, y estaba absolutamente desierta.

Después de un tiempo que me pareció eterno, llegó la policía, entraron a la casa del señor Gutiérrez y unos minutos depués fueron a tocar a mi puerta, dijeron que la casa estaba vacía y no había ningún cadaver. Se fueron sin más, porque su turno estaba por terminar, y yo, temblando de miedo, me quedé parado en el recibidor.

Traté de conservar la cordura y me fui a acostar sin siquiera cenar. Quería dormir y que todo esto terminara. Pero hoy en la mañana, al revisar la correspondencia, encontré una nota en una hoja arrancada de un libro, que decía: "sé lo que viste anoche, y al parecer no sabes guardar silencio".

No entendí por qué querían que guardara silencio, qué significaba aquella nota, y porqué me la enviaban, pero al voltear hacia la casa del señor Gutiérrez lo ví observarme desde su ventana, y en cuanto advirtió que lo veía, se ocultó tras las cortinas. Realmente me asustó mucho, ¿Qué fue lo que había visto anoche? ¿Cómo es que el señor Gutiérrez estaba vivo? ¿Qué quiere de mi?

Fue entonces cuando corrí a tomar papel y escribirte estas líneas, para que si algo me pasa, puedas averiguar qué fue lo que ocurrió.

Te ama.
Fernando.

P.D. Mañana te escribiré de nuevo sin falta, a menos que no pueda hacerlo.

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